Historia

Durante la década de 1960 el sistema universitario chileno, con las ocho casas de educación superior que lo componían, experimentó un profundo proceso de cambios que tuvo amplias repercusiones. En un contexto mundial determinado por la Guerra Fría y las manifestaciones juveniles, y un ámbito local caracterizado por el surgimiento de organizaciones y movimientos de nuevos grupos, la reforma universitaria fue consecuencia de la necesidad por impulsar transformaciones que abarcaran a toda la sociedad.

Las universidades reformadas modificaron su estructura organizativa y administrativa, cambiaron los mecanismos de nombramiento de autoridades, hicieron profundos cambios en la formación académica de los estudiantes como en la carrera docente, impulsaron el desarrollo de la investigación e hicieron importantes avances en la democratización, interna y externa, de los planteles. Sin embargo, uno de los cambios más relevantes estuvo relacionado con la nueva concepción de la universidad, una capaz de generar un vínculo más estrecho con el medio donde estaba inserta a través de su aporte real y concreto al desarrollo de la sociedad.

La reforma universitaria fue originada por el movimiento estudiantil, jóvenes organizados y críticos de la sociedad, quienes cuestionaron al sistema universitario, principalmente, su falta de integración y ausencia en los debates sobre la situación del país. En la Universidad Técnica del Estado (UTE), la reforma comenzó con la toma de la Escuela de Minas de Copiapó en 1961. En esa ocasión, los estudiantes se manifestaron en contra de la designación del nuevo director y cuestionaron los procedimientos de elección de los altos cargos. Esta protesta se difundió por todas las sedes de la UTE a lo largo del país, donde miles de estudiantes en apoyo a sus compañeros del norte, organizaron huelgas y tomas que profundizaron el conflicto. Asimismo, este movimiento implicó que otros aspectos del funcionamiento de la universidad, como la nula participación de toda la comunidad universitaria, por ejemplo, comenzaran a ser criticados.

El movimiento generado en Copiapó se extendió hasta 1967, cuando los estudiantes liderados por la Federación de Estudiantes de la Universidad Técnica del Estado (FEUT) exigieron a las autoridades la elaboración de una nueva Ley Orgánica que garantizara la modernización y democratización de la institución. Como respuesta a estos planteamientos se conformó la Comisión Nacional de Consulta Universitaria, entidad encargada de la organización y preparación de elecciones para el cargo de rector. En 1968 resultó electo Enrique Kirberg, con participación de académicos y estudiantes; al año siguiente fue reelecto, esta vez de forma triestamental, es decir por académicos, estudiantes y funcionarios.

“La universidad debe ser, y la nuestra creo que en gran medida lo logra, un ente inserto en la sociedad, que responda eficazmente a los requerimientos del desarrollo económico social, que irradie con su aporte a todos los campos de la vida nacional, que no se limite a impartir docencia entre cuatro paredes, que salga a la mina, la fábrica, a los distintos centros productivos, o sea, al encuentro con el pueblo de Chile”.

Enrique Kirberg Baltiansky, rector de la Universidad Técnica del Estado, 1972.

Enrique Kirberg asumió el liderazgo de las transformaciones en la UTE, concretando medidas como la ampliación de matrículas, la supresión de las pruebas de ingreso a la universidad, la modernización de la universidad, el incentivo a la investigación, el impulso a la educación del mundo obrero y a la participación de toda la comunidad universitaria, entre otras.

La reforma universitaria en la UTE se destacó por avanzar firmemente en los cambios reformistas, especialmente en lo referente a la puesta en marcha de la triestamentalidad y en la creación del Convenio CUT-UTE, que la convirtió en la institución de educación superior pionera en acercar la universidad a los y las trabajadoras. Este convenio hizo posible la creación de talleres artísticos, capacitaciones permanentes, formación en los lugares de trabajo, y la destinación de un porcentaje de cupo especial para los trabajadores y sus hijos, con el fin de incorporarlos paulatinamente a la educación superior, retroalimentándose con los estudiantes quienes desde temprano iniciaban sus actividades académicas en los centros productivos.

Fue también sobresaliente en la proliferación de las expresiones artísticas, siendo la UTE un espacio donde confluyeron estas instancias, nacieron conjuntos musicales y el arte en general se volcó a los espacios populares. Esto fue incentivado por la Secretaría Nacional de Extensión y Comunicaciones (SNEC), unidad encargada de organizar un plan de actividades artísticas y culturales que saliera del espacio universitario hacia poblaciones, campamentos, sindicatos, minas y lugares sin acceso a estas expresiones.

Finalmente, es importante evidenciar el enorme esfuerzo por elaborar de manera participativa y crítica un nuevo Estatuto Orgánico para el plantel, que estuvo fundado en un debate político acorde a los tiempos y elaborado con el objetivo de aportar a la transformación de la sociedad, y en la generación de hombres y mujeres con valores ligados a la solidaridad, la igualdad y la conciencia social.